TALLER DE IDEAS

TALLER DE IDEAS
amar a tu niño interno

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Da que pensar... me caigo y me levanto... ahhh da que pensar.

Detrás de toda acción hay una protesta, porque todo hacer significa salir de para llegar a, o mover algo para que esté aquí y no allá, … , es decir que en todo acto está la admisión de una carencia, de algo no hecho todavía y que es posible hacer, la protesta tácita frente a la continua evidencia de la falta, de la merma, de la parvedad del presente.



Me caigo y me levanto

Nadie puede dudar de que las cosas recaen. Un señor se enferma, y de golpe un miércoles recae. Un lápiz en la mesa recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a nada o a nadie se le ocurría recaer pero lo mismo está sujeto, sobre todo porque recae sin conciencia, recae como si nunca antes. Un jazmín, para dar un ejemplo perfumado. A esa blancura, ¿de dónde le viene su penosa amistad con el amarillo? El mero permanecer ya es recaída: el jazmín, entonces. Y no hablamos de las palabras, esas recayentes deplorables, ni de los buñuelos fríos, que son la recaída clavada.
Contra lo que pasa se impone pacientemente la rehabilitación. En lo mas recaído hay siempre algo que pugna por rehabilitarse, en el hongo pisoteado, en el reloj sin cuerda, en los poemas de Pérez, en Pérez. Todo recayente tiene ya en si un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos nuestra vida, es confuso y casi infinito. Un caracol segrega y una nube aspira; seguramente recaerán, pero una compensación ajena a ellos los rehabilita, los hace treparse poco a poco a lo mejor de sí mismos antes de la recaída inevitable. Pero nosotros, tía, ¿cómo haremos, cómo nos daremos cuenta de que hemos recaído si por la mañana estamos tan bien, tan café con leche, y no podemos medir hasta dónde hemos recaído en el sueño o en la ducha? Y si sospechamos lo recayente de nuestro estado, ¿cómo nos rehabilitaremos? Hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña, al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída va de arriba a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe dónde se está. Probablemente Ícaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónico, y Dios te libre de una zambullida tan mal preparada. Tía, como nos rehabilitaremos?
Hay quien ha sostenido que la rehabilitación sólo es posible alterándose, pero olvidó que toda recaída es una desalteración, una vuelta al barro de la culpa. En efecto somos lo más que somos porque nos alteramos, salimos del barro en busca de la felicidad y la conciencia y los pies limpios. Un recayente es entonces un desalterante, de donde se sigue que nadie se rehabilita sin alterarse. Pretender la rehabilitación alterándose es una triste redundancia: nuestra condición es la recaída y la desalteración, y a mi me parece que un recayente debería rehabilitarse de otra manera, que por lo demás ignoro. No solamente ignoro eso sino que jamás he sabido en qué momento mi tía o yo recaemos. ¿Cómo rehabilitarnos, entonces, si a lo mejor no hemos recaído todavía y la rehabilitación nos encuentra ya rehabilitados? Tía, ¿no será ésa la respuesta, ahora que lo pienso? Hagamos una cosa: usted se rehabilita y yo la observo.Varios días seguidos, digamos una rehabilitación continua, usted está todo el tiempo rehabilitándose y yo la observo. O al revés, si prefiere, pero a mi me gustaría que empezara usted, porque soy modesto y buen observador. De esa manera, si yo recaigo en los intervalos de mi rehabilitación, mientras que usted no le da tiempo a la recaída y se rehabilita como en un cine continuado, al cabo de poco nuestra diferencia será enorme, usted estará tan por encima que dará gusto. Entonces, yo sabré que el sistema ha funcionado y empezaré a rehabilitarme furiosamente, pondré el despertador a las tres de la mañana, suspenderé mi vida conyugal y las demás recaídas que conozco para que sólo queden las que no conozco, y a lo mejor poco a poco un día estaremos otra vez juntos, tía, y será tan hermoso decir: "Ahora nos vamos al centro y nos compramos un helado, el mío todo de frutilla y el de usted con chocolate y un bizcochito.

sábado, 26 de noviembre de 2011


El hijo del español
Hoy recuerdo bellos momentos y algunas fotos que deseo compartir con ustedes.
hoy sangra mi corazón herido y triste con nostalgia pues...
Mi querido abuelo materno un tesoro de inteligencia, carácter, amor a la naturaleza y a la aventura.
sin querer al abrir mis documentos me encontré con estas fotos y mi mente viajo a mi niñez a la aventura , me recordó las tardes de sábado donde disfrutaba gajos de naranja , enseñanzas de   bicicleta y fabricación de barriletes.
hoy recuerdo esas tardes en la plaza de toros el orgullo de manolete o los chicharrones de mixco.
dentro de un momento veré que me sirven en cualquier lugar... En aquellos días disfrutaba de una paella, un pepian de gallina o una viuda con hueso asada al carbón, pero sobre todo preparado en la manos de mi mamaita.
Mi abuelo el patojito el hijo del español... y sus hermanos todos emigrantes ajenos y adoptados en tierra de hombres descendientes de príncipes de sacerdotes de las profecías del pájaro serpiente; no existen mas en este plano donde la vida puede ser un paraíso o puede ser un infierno. Hoy son libres de ese cuerpo físico.
yo me quedo aquí triste con este dolor y esta soledad a ver que como en compañía de nadie mas que este dolor de las articulaciones.
hoy solo quedaron las sombras, las risas del pasado que se burla o se ríe no se.
Ole Manolete!!!!