Fuimos creados para vivir en compañía. Dios nos creo de esa manera. Y él nos desafiará en algún momento de nuestra frágil y quebradiza existencia a enfrentar el Valle de sombra de muerte en amigos o familiares o en nosotros mismos. En ese desafío no temeremos. El estará con nosotros.
Su presencia es el más grande regalo que podemos tomar en nuestro corazón. Su presencia cuando lo llena disipa los temores y las angustias.
Hoy podré disfrutar tanto del Desafío de la muerte como de la dulce Presencia Divina.
“Señor. Que bueno es saber que tu presencia me sostiene. Tu presencia hoy me desafiará y en ese reto podré palpar tu dulce y eterna presencia. Caminaré con confianza hoy.
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