Amado Padre, cuán grande y majestuoso eres. Cordero inmolado, que estás sentado a la diestra del Padre, reinando para siempre, ¡te exaltamos! Nos unimos a la gran nube de adoradores que exclaman, ¡Santo, Santo, Santo es el Cordero de Dios! Tú reinas para siempre y siempre, digno eres.
Padre, extiende tu brazo de poder sobre nuestra nación, ¡cuánto te necesitamos, amado Dios! Mira con tus ojos de misericordia a esta tierra que tiene sed de ti.
Tú eres el Salvador de nuestras almas, nada más puede satisfacer nuestra hambre y sed. Tu sacrificio nos da vida y nos permite estar en tu presencia. Queremos correr hacia Ti, pues conocerte de lejos no nos satisface, anhelamos en nuestro corazón conocerte a Ti, queremos estar como nación bajo la sombra de Tus alas, refugiados en tus brazos. Agua viva sólo Tú puedes satisfacernos, escucha nuestro clamor, queremos más de Ti, amado Señor.
Espíritu Santo ven, llénanos con Tu presencia, inunda, transforma, cambia, haz de nuevo todo aquello que necesite cambiar para ser agradables a Ti.. ¡Tierras, aguas, cielos de mi nación y todos sus habitantes, abran las puertas para darle la bienvenida al Rey de Gloria que está a la puerta! El vendrá, con toda Su majestad y poder y establecerá Su señorío en esta nación como El lo ha propuesto.
Hombres y mujeres de todas las edades, ¡preparen sus corazones para la maravillosa presencia del Señor en mi nación! El no tardará, está presto a venir, la visitación más gloriosa que hayamos visto está tan cerca, ¡cobren ánimo, nuestro Dios viene pronto a socorrernos!
Levanten alabanzas que exalten Su nombre Santo, alábenle con todo su ser, pues sólo El es digno de ser en gran manera exaltado.
En el nombre de Jesucristo,
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